martes, 5 de enero de 2016

La diligencia de un buen padre de familia



Hace unos cuantos años, cuando me tocó estudiar derecho (leyes), me hizo gracia una expresión, y no fui el único. La expresión se utilizaba en algunos apartados refiriéndose fundamentalmente a cuidar de algo “…con la diligencia de un buen padre de familia.” Años después, esta expresión, que en su momento me pareció trasnochada por provenir del Derecho Romano, ha cobrado un valor que jamás pensé que llegara a tener.

La expresión, como he comentado, es antigua, hoy en día habría que sustituir padre por padre/madre (en adelante Los Padres). Su concepto se encuentra recogido, con distintas expresiones, en todos los derechos actuales del mundo influidos por el Derecho Romano (Europa, el mundo anglosajón, el mundo hispano, etc). El derecho, en realidad lo utiliza para su parte negativa, para valorar si ha habido NEGLIGENCIA en el cuidado de algo, y por tanto, si el que estaba al cuidado, debe responder ante la ley de alguna manera. Como parece que es un concepto poco definido, se ha escrito mucho e incluso se han dictado sentencias que intentan aclarar los términos sobre: “qué es una actuación diligente”. También se discute sobre si los términos varían con el paso de los años, si ser un padre diligente antes incluía saber montar a caballo y ahora es saber de internet. Incluso sobre si esta expresión se debe o no utilizar en el ámbito empresarial porque en realidad pertenece al civil, valorando fundamentalmente que los conocimientos específicos que tiene que tener alguien del mundo de la empresa deben exceder a los del hombre común o medio (entendiendo por esto: legislación específica y sectorial) y en esa medida se le debe exigir más.

No sé si han sido las experiencias vividas, o el hecho de tener familia, o ambas las que me han hecho ver la expresión como algo que transciende el derecho civil. Para mí se ha vuelto atemporal y perfectamente aplicable a cualquier realidad de la empresa, independientemente de requerir unos u otros conocimientos. Cuando trabajas por cuenta ajena, me da igual si eres directivo o aprendiz, los accionistas te entregan una parte de la empresa para que la cuides como si fuerais unos buenos “Padres” de familia. Cuanta más responsabilidad en la empresa, más responsabilidad como Padres. Los verdaderos padres son los accionistas, pero os han pedido que cuidéis de la familia como si fuerais Los Padres y esperan que seáis de los buenos.

Llevo vistas unas cuantas empresas con problemas. El no esforzarse en una o varias de las obligaciones como Padres, han contribuido a la situación por la que estaban pasando o incluso la han provocado. Tener unos malos Padres causa tanto dolor y sufrimiento en la vida como en la empresa, afectando a muchas personas, en ocasiones para el resto de sus vidas.

Hay cualidades que definen a los buenos cabezas de familia o de clanes a lo largo del mundo y en diferentes culturas. En mi opinión, estas son algunas de esas cualidades:

Hacia el exterior del grupo o familia:

  • Buscan el bien de la familia antes que el suyo propio.
  • Tienen una imaginación tan grande como para hacer que los recursos que tienen parezcan multiplicados cubriendo el máximo de las necesidades.
  • Son tenaces en conseguir todo lo que puedan para la familia, harán alianzas, trabajarán duro y si es necesario la protegerán de cualquier amenaza.
  • Cuidan del honor y del buen nombre de la familia, haciendo que todos sus miembros den una imagen homogénea para que cualquiera que trate con cualquier miembro obtenga una respuesta acorde con los valores y guías del clan. Los éxitos de los miembros serán su mayor orgullo y ponderará las cualidades maravillosas de ellos ante todos. Los errores de sus miembros son su responsabilidad, los asumirá y pedirá perdón como si fueran suyos, intentando paliar los daños causados para salvar el buen nombre de la familia. 
  • No duermen por las noches pensando en la mejor solución a los problemas de la familia y exploran todos los caminos que se le ocurran apoyándose en todas las opiniones para poder tomar la mejor decisión posible. La familia les importa y son conscientes de que sus acciones tienen una repercusión directa sobre ellos...

Dentro del grupo o familia:
  • Dan ejemplo.
  • Quieren que sus hijos sean mejores que ellos mismos. Saben elogiarles, les enseñan cosas importantes (las cosas más importantes las suelen enseñar los padres), los alientan, intentan gestionar los recursos para que sean lo mejor que puedan ser. Pero también saben corregirles, sin gritos, enseñando sobre sus errores, siendo comprensivos. Si ha de castigar será proporcionado y justo pues busca el enseñar y no el cebarse en el error. Les da libertad para poder crecer cada día, generando autonomía y sentido de la responsabilidad.
  • Están presentes y sacan tiempo para la familia (compartir las alegrías, las tristezas, los esfuerzos, las esperanzas), acompañan en los momentos importantes. El compartir hace el grupo y saben que tienen que estar codo con codo para pertenecer al grupo. Ayudan en lo cotidiano y escuchan. Nunca te dejan sólo.
  • Los Padres saben amarse, respetarse y comunicarse entre ellos y con sus hijos. Son capaces de reconocer sus errores y repartir afecto.
  • Son consistentes en sus acciones y sus enseñanzas. También pacientes en los resultados, de otra manera dejarían de ser consistentes y darían bandazos constantemente. Ponen metas para mejorar pero no son irracionales para no desanimar a los hijos ni crear falsas expectativas.
  • Ganan el respeto gracias a todas sus cualidades y ejemplo, no lo imponen...

Todos somos hijos y algunos somos madres y padres. Todos podemos completar la lista con conceptos universales que hemos vivido. En realidad verdaderas lecciones de responsabilidad, compromiso, dirección y liderazgo, pero no somos a veces capaces de reproducirlas en la empresa. Quizás no actuamos como verdaderos Padres. 

No se trata de buscar culpables a situaciones ni negligencias. Se trata de saber a qué te comprometes cuando cuidas de algo como si fuera tu familia y las repercusiones que tiene el no hacerlo. Vidas rotas, amargura, vacío... No es fácil ser unos buenos Padres. Aunque no queramos, cometemos errores y estamos sujetos a lo que ocurre a nuestro alrededor. No somos los únicos que influimos en la familia y eso hace que sea aún más difícil. Incluso te esfuerzas con todo el corazón y hay momentos en los que parece que todo lo que has hecho, parece inútil. Pero hay otros,… esos otros momentos,… son los momentos que llenan tu vida y hacen que merezca la pena ser unos buenos Padres. Tenemos en nuestras manos una gran responsabilidad que además hemos asumido. Sigamos esforzándonos por ser buenos Padres.


Diego Lias

4 comentarios:

  1. Muy interesante tu artículo. En un mundo en el que el concepto de empresa es UNA MÁQUINA DE HACER DINERO, tu visión va mucho más allá. Los Consejos sólo quieren ver resultados sin importarles los medios para conseguirlos. No se dan cuenta, o no quieren, que la empresa la forman personas, con sus ilusiones, sus familias y su estabilidad en definitiva. Introduces el término PADRE para referirte al timonel que conduce la nave, en la que navegan todos hacia un destino común: el éxito. En esa travesía todos son importantes y necesarios (deben ser conscientes de ello) y deben trabajar codo con codo, como dices, porque la fuerza que emana de la unidad permitirá una singladura sin tempestades, siendo todos conscientes de que las decisiones tomadas tienen su explicación lógica. De esta forma el PADRE estará orgulloso de sus hijos y de sus obras.
    Espero tu próximo artículo expectante

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    1. Muchas gracias por tu comentario y por los ánimos para el próximo artículo. En mi opinión, las empresas están para hacer dinero (tienen ánimo de lucro), para fines sociales están las fundaciones, el problema está en el cómo. Creo que si no importa el cómo y si no importan las personas, la visión es cortoplacista. Estoy convencido que las empresas las hacen las personas. El producto compite con otros productos, pero las personas son el valor añadido, lo que marca la diferencia. Si no se tienen en cuenta sus ilusiones, pierden la motivación. Si no estas codo con codo, pierdes ese destino común. Por eso tan pocas empresas llegan a viejas, por lo que tu comentas. (Hemos tenido algunos ejemplos durante la crisis sobre ser cortoplacista)

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  2. Gracias Diego por recordarnos esta expresión y por compartir el artículo, hace tanto que estudie Derecho que ya ni la recordaba... Aunque, pesándolo sé que la tengo muy interiorizada. Lo has expuesto muy claro, no es sólo hacia el exterior también en el grupo y ello en ocasiones se olvida. Considero que debemos aplicarla, en nuestras actuaciones como asesores, y también en otros ámbitos en los que nos implicamos, por ejemplo miembros de una Junta. Actuar como un PADRE supone hacerlo sin pensar en uno mismo, también ponerse en el lugar del otro, valorando las repercusiones de los actos, uniendo fuerzas para llegar al éxito. Como dices, por esos momentos especiales que se viven cuando se obtienen resultados haciendo las cosas bien hechas, vale la pena el esfuerzo y sinsabores vividos.
    Hasta el próximo artículo...

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    1. Nieves, gracias por leerme y por dejar un comentario. Me ha gustado tu resumen. Un abrazo

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