jueves, 26 de febrero de 2015

SIN RECURSOS


El 20 de mayo de 1.741 partieron los últimos barcos ingleses que asediaron Cartagena de Indias. Algo más de 3.000 hombres y 6 navíos habían defendido la plaza frente al ataque de la mayor flota jamás formada, más de 30.000 hombres y 195 navíos. La cifra tardaría más de dos siglos en ser superada y no sería hasta el desembarco de Normandía.  Blas de Lezo, responsable de la defensa de la ciudad, había conseguido lo que parecía imposible con una falta de recursos  incuestionable.

La historia está plagada de hechos, en los que a pesar de no disponer de medios, hay gente que consigue los objetivos de una forma extraordinaria y contra todo pronóstico. Encontramos grandes figuras militares y políticas como Alejandro Magno o desde el punto de vista económico imperios levantados desde un garaje o desde un pequeño taller de confección. Cada uno de ellos tiene su historia de cómo lo consiguieron, pero yo he elegido la de Blas para ilustrar que cualidades y circunstancias suplen la falta de medios. Algo con lo que todos nos hemos encontrado, tanto en la vida personal como en la profesional.

La victoria en lo que se llamó la Guerra de la oreja de Jenkins, con la derrota de la flota Inglesa en Cartagena de Indias, no fue un hecho puntual. Desde que ingresó en La Armada a los 13 años como guardiamarina, hasta el momento de ésta, su última batalla, su hoja de servicios está plagada de acciones similares en cuanto a la superación de escasez de medios. Cada acción desde guardiamarina le hizo ascender por méritos, le dio la experiencia y el aplomo que forjaron el personaje necesario para llevar a cabo la hazaña. El esfuerzo diario y cada obstáculo que superas te hacen más grande. No subestimes las pequeñas victorias ni las tareas menores. Como en el deporte, son las que te preparan para conseguir los grandes logros. Muy pocas cosas son fruto de la casualidad, la mayoría son hijas del trabajo y del esfuerzo.

Uno de los hechos decisivos de la batalla fue una simple zanja de unos dos metros que Blas mandó excavar bajo las murallas. La red de espías fue fundamental para anticipar la defensa. Durante el asalto decisivo al castillo de San Felipe defendido por 1.000 hombres, 10.200 ingleses quedaron atrapados frente a unos muros que sus escalas no podían alcanzar porque eran dos metros más cortas debido a la zanja. Las fuertes bajas sufridas, algunas fuentes las estiman en casi 8.000, y el hecho de que los defensores, en el momento de mayor pánico, atacaran a la bayoneta, desmoralizó decisivamente a las fuerzas asaltantes. La información y el uso de ella, unido al ingenio hacen que lo más simple, bien utilizado, suponga la diferencia frente a lo más caro o mejor a primera vista.

El sobrenombre de “Mediohombre” o “Almirante Patapalo” no es casual. Con tan sólo 15 años pierde la pierna en la batalla de Velez-Malaga, se le amputa sin anestesia y cuentan las crónicas que no dejó escapar ni una queja. Por su valentía en la acción es ascendido a alférez de alto bordo y continúa con su carrera con una pata de palo. Tres años después pierde el ojo izquierdo en Tolón frente al duque de Saboya. Seis años después pierde el brazo durante el asalto a Barcelona. Contaba 25 años y ya estaba con medio cuerpo bajo tierra. Se le llegó a ofrecer un puesto en la Corte en premio a sus servicios y dado su estado, oferta que declinó. Su estado no le impidió casarse y tener una vida privada normal. Tampoco le impidió ser durante años el azote de los corsarios y bucaneros en los mares del sur, el de los piratas berberiscos en el mediterráneo y realizar otras acciones audaces como el ataque a Génova, la toma de Orán o la acción en la ensenada de Mostagán. Si tu determinación es clara, no existen los impedimentos. De ninguna clase. Ni físicos, ni tan siquiera la posibilidad de acomodarse. Es muy difícil que alguien te pare, siempre encontrarás la manera se seguir.

Las fuertes desavenencias con el Virrey Eslava, encargado de aprovisionar de lo necesario la ciudad antes de empezar el sitio, quedaron a un lado durante el conflicto. La moral de la tropa era alta. La moral no puede estar baja sabiendo que te dirige alguien con cualidades como la inteligencia, la valentía y la tenacidad, además demostradas durante años (eso sí, pagado con partes de su propio cuerpo como si se tratara de un Otelo cualquiera) Durante la batalla, Blas supo utilizar sus fuerzas, pero no sacrificarlas inútilmente al evacuar castillos y fortificaciones cuando toda resistencia era inútil. Todo, en su conjunto, hizo que sus hombres le siguieran y confiaran en la victoria. El ejemplo, el transmitirlo durante una vida coherente, el limar asperezas cuando se necesita estar unido…, convierten a un jefe en alguien a quien seguir por convicción. Le convierten en líder.


Podríamos seguir con más aspectos a destacar, pero he dejado uno en concreto para el final. Si algo creo que define la vida de Blas de Lezo, es que nunca se centró en lo que le faltaba. Supo ver lo que tenía y aprovecharlo con valentía e inteligencia.

Es muy difícil tener todos los ases en la mano. Aprovechad lo que tenéis en cada mano, no siempre gana el que tiene las mejores cartas. Hasta con el más humilde de los peones se puede ganar una partida. Todos los esfuerzos cuentan y te forjan. Preparaos, utilizad la información para poder emplear los medios de que disponéis de la mejor manera posible, contrastad la información. Fijad los objetivos, sed firmes y flexibles a la vez, haciendo de vuestra determinación vuestra guía. Aunad voluntades y conseguid gente que os ayude por convencimiento. Cambiad vuestra actitud, hablamos de falta de recursos, en realidad todo lo que hemos visto son recursos que suplen otros que os faltan, aprended a ver lo que tenéis y sus posibilidades antes de llorar por lo que os falta si no lo podéis conseguir.

Romper los pronósticos no es fácil, pero se puede hacer.


Diego Lias

miércoles, 18 de febrero de 2015

LISTOS, TONTOS Y OTROS DEL MONTÓN



¡Qué sería de los listos si no fuera por los tontos! Visita de trabajo a una planta de producción. El encargado sale a fumar y le acompaño. Al cabo de un rato de conversación observo que hay un cable eléctrico sobre nuestras cabezas que une la fábrica con una casa vecina. Pregunto. No sabe. Indago y resulta que la casa pertenece al anterior propietario de la fábrica comprada hacía años. El cable suministraba toda la electricidad de su casa a costa de una empresa que no era suya.

Últimamente se han publicado varios informes de organismos con solvencia afirmando que alrededor de 36 millones de personas viven esclavizadas en el mundo. Trata de blancas, niños vendidos, obligados a trabajar, secuestrados, obligados a luchar en guerras, utilizados para el tráfico de órganos… Otra visita a una fábrica, me enseñan la cristalera, desde donde hace años, un individuo seleccionaba a la chica de turno que debía satisfacerle. La que no accedía no trabajaba.

Manipulación: control ejercido sobre un individuo o grupo mediante diferentes técnicas con el objetivo de forzar una manera de actuación.

Todos tenemos un manipulador en nuestro interior. ¿Quién no ha soñado con que los demás hagan lo que quieres? No está mal que cumplan tus deseos y expectativas. Todo el mundo a nuestros pies, dispuestos a hacer lo que les digamos. Si nos leen el pensamiento mejor, que no haya ni que pensar. Muchos estáis pensando en unas vacaciones. ¿Qué tal en la familia? Imagina tus hijos portándose como quieres, o tu marido diciendo las cosas bonitas que quieres oír o tu mujer teniendo ese detalle justo en el momento que pensabas. Al madurar, aprendemos que nuestros deseos no pueden ser complacidos en todo momento, que hay cosas imposibles o que afectan a la libertad de otras personas. Aprendemos el “no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. Aprendemos “tolerancia a la frustración” y a distinguir nuestras ensoñaciones de la realidad. El límite lo pone nuestra ética y empatía. ¿Por qué soñamos con tener robots que cumplan nuestros deseos y que se parezcan a nosotros? ¿Quizás porque eliminamos el componente moral? Pero queremos que se parezcan a nosotros para confundirlos con nosotros. La película Blade Runner entre otras cosas habla de esto, de cómo los robots (replicantes) llegan a ser tan parecidos que al final tienen sentimientos. No puedes distinguir, ni siquiera, si tú eres uno de ellos, por lo que se vuelve a plantear el problema moral de la esclavitud.

Cuando se consigue que alguien deshumanice a un semejante, como si se tratara de un robot, el apego moral y sentimental desaparece. Pepe deja de ser una persona y se convierte en un objeto. A un objeto se le puede vender, romper, maltratar, es tuyo, te pertenece y está a tu servicio, puedes incluso cuidarlo, pero para que te dure más o te de mejor servicio, no porque tenga sentimientos, al fin y al cabo, es un objeto. No pasa nada si al manipularlo sale herido, está para eso. Los tontos están para manipularlos y servirse de ellos.

Si no se nos educa la “Tolerancia a la frustración” nos convertimos en niños malcriados. Todo lo que imaginamos queremos que se cumpla, y que se cumpla al instante. Queremos nuestros objetivos conseguidos, nuestras expectativas cumplidas. Si no se cumplen y no hemos sido educados, la frustración y la ira son el siguiente paso. Una “pataleta” en toda regla. Yo sonreí una vez en una pataleta infantil de un directivo. Nadie se habría atrevido a sonreír con Hitler o Stalin. Tampoco es inteligente dejar salir la sonrisa a alguien con baja tolerancia a la frustración, este tipo de personas son vengativas y debido a su inseguridad, la sonrisa le indica su falta de control. Prudencia.

Si ponemos en un eje el grado de deshumanización y en otro el de tolerancia al error, viajaremos por una nube de puntos que representa muchos de los casos que nos encontramos en las empresas. Desde los que nos olvidamos dejar nuestro egoísmo en el baúl de los recuerdos infantiles de vez en cuando, a los casos extremos encuadrados en rasgos psicópatas. Como el compañero “caradura” que nos endosa sus marrones, el estafador, el tirano, el empleado abusón… En la vida personal iríamos de nuestros egoísmos diarios a los casos extremos de acoso, abuso, matrimonios de conveniencia, la esclavitud…
Un manipulador puede parecer fácil de detectar. No lo es. Son personas muy inteligentes. Conectan con las víctimas, parece empatía pero es sólo un disfraz. Son lobos disfrazados. Utilizan muchas técnicas, el halago, la mentira, etc. Pueden incluso hacer pequeños favores. Una vez ganada la confianza controlan y utilizan a la víctima. Hitler llegó al poder por votación, muchas mujeres maltratadas se casaron con un marido maravilloso que resultó ser un maltratador que las esclavizó, muchos han ascendido mostrando una cara a sus jefes y actuando como verdaderos tiranos con la gente a su mando. La única defensa contra un manipulador sistemático es primero evitarlo y si no lo has visto venir o no has podido evitarlo,  utilizar el NO y escapar.

Los dos casos que os he puesto, uno de un “caradura” y otro un “acosador” rayando en la esclavitud, son la misma persona y presunto delincuente. No es tan infrecuente encontrar casos de estafas en las que han dejado arruinados a inocentes, casos de acoso sexual y de otra índole, verdaderas extorsiones a nivel empresarial entre clientes y proveedores, etc. Muchos, que no son casos clínicos, han ido dejando de ver a los demás de forma humana. Las conductas se aprenden en los dos sentidos en el positivo y en el negativo. Cada vez que utilizamos la palabra genérica, nos alejamos afectivamente de ese grupo para poder hacer daño.”Fíjate, los de dirección, los del sindicato, los trabajadores, los políticos, los de esa raza, esta religión, este sexo…” y a continuación volcamos nuestro odio y frustración, convirtiéndolos en seres sin cara. Al hacerlo, lo transmitimos, manipulamos a los demás igual que posiblemente lo hiciera otro antes con nosotros.

Apreciad lo que tenéis, la empresa moderna, el sufragio de la mujer y la igualdad ante la ley, la abolición de la esclavitud… son avances de hace dos días en la historia de la humanidad. En muchas partes del mundo no se han asimilado aún. Vamos camino de ser todos seres humanos y no digo iguales porque no lo somos. Humanos con nuestras diferencias que enriquecen la humanidad pero queda camino y está también en nuestras manos. Cuidaos de los que no os ven como personas. Aunque nadie es perfecto, y es bueno a veces tener momentos de egoísmo no dañino, esforzaos por evitar la pérdida de perspectiva humana en cualquier tipo de relación, siendo lo más honestos posible y dejando un poco a un lado el egoísmo que supone un perjuicio para los demás.  Aspirad al punto en el que se une la humanidad con la tolerancia a la frustración.


Diego Lias

martes, 10 de febrero de 2015

RISAS Y CAÑAS



Discusiones, discusiones acaloradas, y sin embargo las echo de menos. Se convertiría en mi amigo y era el Director General Comercial. Fue el que me enseñó de verdad lo que era una discusión profesional y sus límites. Discutíamos por asuntos en los que las posturas no eran ni blanco ni negro, nos movíamos en una horquilla gris con negro a ambos lados y lo difícil era encontrar qué gris era el más claro. Tenía un “gran coco” para los números. Admito que alguna vez me enfadé personalmente en el acaloramiento, no porque me dijera algo que no fuera profesional o lo dijera yo, simplemente porque era joven y a veces la discusión parecía que tocaba mi orgullo. Siempre sonreía, me daba un golpe en el hombro, soltaba uno de sus apelativos extraños cariñosos y me invitaba a una cerveza a la salida, acompañada de unos chascarrillos y unas risas.

Platón decía que debía evitarse el argumentar apoyándose en la opinión, más tarde su propio discípulo Aristóteles se desvía de su doctrina y crea su propia teoría de la retórica sobre el logoséthos y páthos (La argumentación, la honradez y la emoción) La argumentación tiene dos vertientes: los valores (la libertad, respeto por la vida, etc.) y las relaciones causa efecto verificadas. Los valores, la honradez, la calidez humana transmitida en forma de emoción son los grandes conectores del entendimiento humano. Somos seres sociales y estamos condenados a entendernos si queremos estar unidos a los demás. No somos, en general, fríos y calculadores, involucramos en nuestras relaciones nuestras propias opiniones para bien y para mal. La vida es convivencia y la convivencia es negociación. La negociación y la discusión son enriquecedoras, aporta nuevos puntos de vista y crean nuevas ideas. El conflicto no es dañino, es la incorrecta gestión del conflicto la que lo es. Son estos errores los que generan, hablando de forma coloquial, los mosqueos, los malos rollos y las rupturas. Antes de darnos cuenta, son estos errores, muchas veces tontos, bien de forma individual, bien en forma concatenada o incluso en forma de “bola de nieve”, los que crean abismos insondables y hacen que pasemos a tener una exoficina,  una exfamilia, examigos, exclientes…

La Teoría de Juegos, teoría matemática sobre las decisiones aplicada en multitud de campos, desde la Biología a la Economía, analiza multitud de escenarios simples que se hacen cada vez más complejos al incorporar variables. Es curioso, como al sistematizar todas las situaciones, te das cuenta de que la gente no siempre elige lo que es más beneficioso para las dos partes o incluso es capaz de perjudicarse a sí mismo por perjudicar a otra persona. En el juego del “dilema del prisionero” se reflejan este tipo de situaciones. Se habla de dos personas “egoístas” con sus destinos ligados pero actuando por separado. En otros juegos, incluso la decisión más lógica no es tomada por la aparición del “altruismo” al aparecer un dividuo tomando una decisión que le perjudica por la consecución del bien común. Hay muchos tipos de negociaciones y muchas variables abren muchas alternativas. En mi opinión la mayor parte de nuestras relaciones y decisiones sobre ellas, se basan en el largo plazo o por lo menos solemos pretender que así sea. Estas relaciones generan estabilidad emocional y una cierta predictibilidad de las acciones eliminando incertidumbres (las incertidumbres nos generan mucho estrés y eso no gusta)

Existen numerosos métodos de negociación como el “Método Harvard” centrado en que las dos partes ganen o técnicas útiles para la negociación como la Programación Neurolingüística (NPL) Estos son sólo unos ejemplos pero hay otros muchos. En general, en mi opinión el uso de todo lo que se puede aprender depende de la ética del que lo aplica, volvemos a Aristóteles. Relaciones en las que una de las dos partes pierde constantemente no son sostenibles en el largo plazo. La negociación es llegar a entendimiento, no es una guerra de imposición. Cuando no es así, pasamos a “reglas de enfrentamiento” como lo llaman ahora en las guerras, y ya sabemos que en las guerras hay muertos. Es el otro escenario al cual no queremos llegar porque aunque a veces perdamos el norte, estamos hablando de personas y objetivos a largo plazo que nos importan. El método Harvard expone que debes evaluar el “no acuerdo” en una de sus primeras premisas ¿Qué es lo que perdemos? ¿Qué historia en común dejamos detrás? ¿Cómo nos perjudicamos nosotros y perjudicamos a los demás jugando al juego del “dilema del prisionero”?


En una negociación ¿No tenemos claros nuestros objetivos principales, los accesorios y lo que no es relevante? ¿No tenemos en cuenta qué puntos accesorios son sensibles a la otra parte y debemos evitar para no bloquear la negociación? Entonces ¿Por qué nos empeñamos en poner cuestiones sobre el tapete que no llevan a ninguna parte? ¿Lo haces para enfadar a la otra parte y bloquear la negociación? Si quieres un acuerdo, ¿No has perdido el norte y el enfoque? Lo vas a perder todo

“Es cordura provechosa ahorrarse disgustos. La prudencia evita muchos” (Baltasar Gracián). No seas “bocazas”, piensa las cosas antes de decirlas, a quién se las dices y cuándo las dices. Se prudente en lo que dices, cómo lo dices, en tu actitud y tu forma de estar. Bajar la guardia en estas cuestiones, en cualquier momento del día, no es relajarse, no es ser sólo imprudente, sino que suele ser desconsiderado con los demás.

Deja el pasado en el olvido y tu orgullo en casa, las armas no tienen sentido en un dialogo. Trae y pide generosidad.

Ten claro qué negocias, para quién y los límites de lo que puedes negociar. No mezcles tus intereses personales con los de la empresa o el grupo y menos aún los antepongas. No te comprometas en cosas que no están en tu mano o tienes que consultar.

Protestar o negociar cosas inalcanzables cansa a los demás y te inhabilita para otras negociaciones. Las oportunidades no pasan todos los días. Por el contrario, el negociar pequeñas cosas razonables es muy posible que te lleve a una negociación en el futuro más provechosa.

Para llegar a un pleno entendimiento de la postura de los demás y evaluar correctamente los límites, dicen que debes conocer a tu adversario. Cambia tu concepto, no estamos en guerra, debes empatizar. Ser capaz, no ya de saber qué piensa, sino qué siente, qué le hace ser o actuar de una forma determinada,  cual es su historia, vivirla, saber qué no debes tocar, qué quiere y por qué.

Cuando se vive una situación en la que una de las partes no necesita negociar por tener una situación confortable, la argumentación por la parte demandante debe ser especialmente cuidada en dos sentidos: la justicia de la demanda y hacer ver los beneficios del cambio, bien porque no se había percatado o bien porque si no se cambia en el futuro puede producir una situación perjudicial. Si la demanda es justa, el de posición dominante deberá reconsiderar ciertos cambios. Ya hemos comentado qué situaciones en las que siempre pierde uno no son sostenibles. Un hijo pierde la paciencia si todas sus demandas justas son rechazadas sistemáticamente. Le sigue la desmotivación y la pérdida de autoridad. Esto no significa que se acepten las injustas o que aun siendo justas no estés en posición de poder realizarlas por otros factores. En ambos casos se debe explicar el porqué.

Es una lástima ver que por tonterías la convivencia y las relaciones se van al traste. Por discutir cosas sin importancia, ser inoportunos y en lugares inoportunos, por abusar de los demás y no empatizar con sus problemas, por olvidarnos con quien nos hemos enfadado, la historia y vivencias que hay detrás. Lo mejor es no caer en estos errores, pero si lo habéis hecho, si de verdad consideras que todo el conjunto pesa y vale la pena, no te preocupes, se puede arreglar. A veces no se trata de pedir perdón, porque sólo son puntos de vista distintos y distantes, si no son los importantes que te unen ¿por qué empecinarte en el orgullo de quién es el ganador?  Haced como si no hubiera pasado nada, si las partes quieren y sin volver a sacar el pasado. Funciona. Es un buen comienzo. Una cerveza a la salida, acompañada de unos chascarrillos y unas risas para volver a sentir el calor humano.


Diego Lias