domingo, 29 de junio de 2014

CUANDO LA EMPATIA DUELE


Existen numerosos estudios en el contexto de la medicina que correlacionan el nivel de empatía del médico con la mejora del paciente. El estudio de la Universidad Thomas Jefferson, en Estados Unidos, realizado sobre 891 diabéticos, demostró una mejoría relevante en los pacientes tratados por médicos más "empáticos". El estudio se realizó durante tres años . Existen otros muchos estudios sobre esta correlación, incluso uno que creo que está desarrollando la Clínica Universidad de Navarra en la actualidad. Con esto, os quiero decir que la ciencia se está tomando muy en serio el demostrar empíricamente algo que, a nivel popular, ya intuíamos.

El que muchos de estos estudios partan de la medicina, se debe posiblemente a que las situaciones de dolor extremo se se dan con más frecuencia en hospitales. El miedo a la muerte y la misma muerte son las causas de estrés y dolor más importantes. Pero no quiere decir que el dolor y el estrés se den sólo en medicina, en el mundo cotidiano y en el de la empresa también hay situaciones de miedo, dolor y frustración que tratados con empatía hacen que el “paciente” mejore, o por lo menos que no sufra tanto.

¿Por qué, si es beneficioso empatizar, no se hace habitualmente? Yo creo que por dos motivos. Por egoísmo y por miedo al dolor. Por egoísmo, porque directamente no se piensa en los demás. Pero muchísimas veces por miedo al dolor, porque cuando te pones en el lugar de la otra persona, que está sufriendo… duele.

Volviendo a la medicina que nos es tan cercana. Estoy convencido de que los médicos que no son empáticos, no lo son por que ven a diario muchísimo dolor. El empatizar tan a menudo con el dolor de los demás, les afecta tanto y les es tan insoportable que se crean una coraza. Esto mismo lo he visto en muchas personas del departamento de personal, que incluso no son abiertos con otros compañeros porque es mejor no conocer al que, a lo mejor, algún día, vas a despedir. Evitas así empatizar. Se convierten en un número.

Desde mi experiencia, la coraza, en primer lugar, no sirve. Crees que no te llega, pero no es así. Meterlo debajo de la alfombra solo lo oculta, pero está ahí. La alternativa es pasar al punto primero, el egoísmo, o al final, terminar empatizando. Conozco gente con coraza, pero creo que sería imposible para ellos pasar al punto primero, sinceramente porque tienen un gran corazón, sufren y por eso llevan la coraza.

A todos nos ha pasado en alguna ocasión lo que os voy a contar, sobre todo en casos de extremo sufrimiento. Tienes delante a alguien que le ves sufrir. No puedes ni siquiera evitarlo y te metes en la piel de la persona que tienes delante. No entiendes su sufrimiento, lo sientes tu mismo. Y, a veces en un segundo, con sólo una mirada, un gesto, un roce… se establece la conexión. Sin saber porque, es… es como si tú te hubieras llevado un poco de su dolor. Pero también nos ha pasado estando al otro lado. También en ese mismo instante, hemos sentido como un "Gran suspiro", como si el peso que llevas en el pecho, de repente, se cayera con el mismo suspiro a los pies. Se relajan los hombros y sientes que ya no llevas tanto peso. Se produce en un segundo, pero ni uno ni otro lo olvidan jamás. ¿Verdad?

A todos nos espanta el dolor, esperamos que nos alivien y sólo queremos ser felices. A veces empatizar duele y mucho, pero si no estamos en el grupo de los egoístas… de verdad ¿no merece la pena? ¿Dónde reside nuestra felicidad? ¿Solo en nosotros?

Diego Lias

martes, 24 de junio de 2014

SOBRE CAMELLOS Y ELEFANTES



Disculpad el chiste de la imagen, pero como veréis es mucho más profundo de lo que podáis pensar. La primera vez que lo escuché, me lo contó un niño de 10 años, creo que por eso me llamó más la atención. La reflexión posterior fue que es como el refrán de “La paja en el ojo ajeno” pero mucho mejor, lo mismo pero por dos.

“La paja en el ojo ajeno” habla de alguien que critica sin darse cuenta de sus propios de defectos, que pueden ser mayores. Este chiste va más lejos, habla de cuando vemos los defectos de los demás y nos dicen los nuestros, incorpora el “y tú más”. Los dos tienen la viga en su propio ojo. Al camello le “joroba” que le hablen de sus “tet…” y al elefante le toca las “narices” que le hablen de su “poll…” (Ya sé que es malo, pero es ilustrativo y a los que me conocéis ya sabéis no puedo dejar pasar un chiste malo)

¿Cómo creéis que termina el chiste cuando cae el telón? Si son educados, se darán la vuelta y se irán cada uno por su propio camino y si no lo son,  llegarán a las “patas”.

Esto que parece un chascarrillo ocurre muy a menudo, pero sobre todo en las empresas y en las relaciones de pareja. Es la gran fuente de conflictos sin solución y que además se suelen enquistar. ¿Cuántas veces hemos visto reuniones, o simples conversaciones en las que uno se tira a otro a la cara los problemas?

Los dos tienen problemas que solucionar y ninguna posibilidad de resolverlo en el “y tú más”. Esto no lleva a ninguna parte salvo al perjuicio adicional de las malas relaciones y la no solución de los problemas, o peor aún, a una escalada de los mismos por el “te vas a enterar”.

Mi experiencia personal me dice que la mejor forma de solucionar algo, es que no ocurra. ¿Cómo?  En este caso, fomentando el ambiente de comunicación, momentos y sitios para “coordinar” o “solucionar descoordinaciones”. Las palabras son importantes, no es lo mismo decir “limar asperezas” o similares que denotan conflicto. Parece una tontería pero no lo es. Una palabra poco afortunada entre marido y mujer hacen que salte la chispa (¿os suena?). Ojo con los malos días, todos los tenemos, pero si eres consciente, puedes evitar el abrir tu “bocaza” para soltar algo que luego lamentarás.

Hemos fallado en evitarlo y ha pasado. Lo primero que os recomiendo que no olvidéis el beneficio de la empresa y si es una relación de pareja el amor, esto siempre presente. Lo siguiente es empatía, esa palabra que lo es todo en las relaciones personales, ponerse en el lugar del otro, entender sus razones y sus pensamientos que le lleva a actuar de una forma determinada. Por último, generosidad. Ser capaz de amoldarte a lo que antes, sin empatía, no se veía razonable y que con empatía entiendes. No te empecines y reconoce si la otra persona puede tener razón en algo. Si se enquista, un tercero suele ser la solución, alguien con mayor visión global, un superior, en cuyo caso ya tenéis un punto negativo por no haberlo solucionado vosotros (esto para empresas). Para relaciones de pareja, alguien de tu entorno, en este caso el que suele salir escaldado es el amigo o el que corresponda. Intentad no llegad a esto.

Esto que os he contado en dos párrafos es la mayor fuente de conflictos y los más difíciles de solucionar. Ahondad en las soluciones y dominareis las relaciones y las negociaciones. Pero sobre todo… paciencia.

Diego Lias

viernes, 20 de junio de 2014

LA MUERTE NO ES EL FINAL


Me he acordado de los chavales que se han examinado de selectividad estos días. Cuantas ilusiones, una vida por delante. Muchos de ellos se encontrarán próximamente estudiando lo que nunca habían soñado ser. Unas palabras para ellos y para todos, porque a todos nos pasa y nos volverá a pasar.

Yo jugué al baloncesto cuando era adolescente, siempre he sido de los que hasta el último minuto he luchado aunque el ganar el partido fuera inalcanzable, de hecho me llamaban Espartaco, hacedlo siempre aunque sea por vosotros mismos. El que da lo que tiene no está obligado a más…Pero…A veces las cosas no salen bien, te hayas esforzado lo que te hayas esforzado, o a veces porque no te has esforzado. El marcador es inamovible y te toca tragarte la derrota.

Llorad y frustraos, porque cuando te pasa un hecho traumático que piensas que cambiará tu vida…, os aseguro que es así. El sentimiento es lógico y normal cuando te pasa, es la Muerte. No vas a poder estudiar lo que siempre habías soñado y no tiene solución. Solo tienes dos alternativas, seguir llorando y frustrado el resto de tu vida y tirar tu vida por la ventana o asumirlo y buscar otras puertas para abrirlas y seguir con tu vida, conseguir que al final sea para bien. Como decía uno de mis filósofos favoritos “la vida es una caja de bombones, nunca sabes cuál te puede tocar” Forest Gumb. De ti depende que este cambio de rumbo te lleve incluso a sitios mejores de los que pensabas, y que aunque el destino te golpee, tu sigas siendo el dueño de tu destino.

Los americanos lo llaman levantarse cuando te caes y lo valoran mucho porque da experiencia y aprendes, pero yo creo que sobre todo forja el carácter. Nadie habla de lo que viene después. Me he levantado y… Pues estas en un lugar oscuro en el que tienes que encontrar las puertas de salida, encuéntralas, cuantas más encuentres mejor. Elige una, asesórate y escucha para ver cuál de las puertas es mejor, pero toma tú la decisión. Ábrela, y sigue tu camino. Jamás mires para atrás. Volverás a encontrarte en más cuartos oscuros, nunca te rindas y sigue.

Cuidado porque conozco a gente que se ha quedado sin encontrar una sola puerta y siempre las hay, sólo hay que buscarla. Los que se quedaron en lo oscuro no han vuelto a ver la luz. Os aseguro que la alternativa es horrible, aunque sea por miedo, sigue adelante.

Soy financiero, las encrucijadas en la vida personal son menos frecuentes, en la profesional y en tiempos de crisis son muchísimas. Cuando me he parado y mirado mi vida, lo único que he visto es que cosas que me han pasado y me han producido dolor, en la que he pensado que era el final, la Muerte, no sólo no lo ha sido, sino que si no las hubiera vivido, no sería quien soy ni estaría donde estoy. Yo no conseguí ser Ingeniero Aeronáutico y en su momento fue un trauma. Como este ejemplo, muchos más.  Si no me hubieran pasado, no habría conocido a mi mujer y tenido una familia preciosa. Ahora tengo un trabajo (muy distinto al que pensaba) pero en el que creo que puedo ayudar a mucha gente. Sin lo malo, no sería como soy y ni pensaría como pienso. No cambiaría ningún mal momento.

Cada trauma en la vida te enseña algo, apréndelo. Cada trauma cambia tu vida, aprovéchalo para que sea para bien. Apóyate en los demás cuando los necesites y apoya a los que te necesiten para salir de sus encrucijadas. Cuando veas lo que ha sido tu vida, verás que te tocó un bombón y que no importaba cual, porque era un bombón y lo has disfrutado. La muerte no es el final.

Diego Lias

jueves, 19 de junio de 2014

MAMA, YA SOY MAYOR


Ayer me llamó mi madre para decirme que había llorado viendo la abdicación del Rey. Sentía que el tiempo de su generación había pasado. Pensé “que pensamiento tan duro” y nos perdimos en otros temas. Hoy he visto el discurso del nuevo Rey Felipe VI. Jamás he tenido la sensación que he tenido hoy. He tomado conciencia de que somos la generación que tenemos el destino del Mundo en nuestras manos. Igual que mi madre sentía que pasaba el testigo, yo me he dado cuenta que lo recibía. Es nuestro momento.

¡Qué gran responsabilidad pesa sobre nuestros hombros! Dentro de 15 años nos juzgarán por lo que hemos hecho con el Mundo. Son tiempos difíciles, pero ni mucho menos más difíciles que los vividos por generaciones anteriores. Hay un vídeo por las redes que está teniendo mucho éxito sobre un niño que no quiere ser mayor, quiere ser Peter Pan. El ser mayor es asumir responsabilidades igual que lo hicieron nuestros padres, ser dueños de nuestro propio destino e intentar hacer un Mundo mejor. Ser Peter Pan es esconderse en Nunca Jamás. Nuestros padres nos han dejado un mundo imperfecto pero mejor. ¿Qué dejaremos a nuestros hijos si somos Peter Pan?

A Felipe VI se le ha dado un gran poder y como dice el tío de Spiderman “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Pero Felipe VI es un Rey constitucional, no tiene poder. Os equivocáis si pensáis eso. Tiene el mayor poder que puede transmitir un líder, el del ejemplo y el esfuerzo y está a la vista de todos, su poder de transmisión es enorme. Solo con él, puede cambiar el Mundo.

Pero ¿y nosotros? No tenemos el poder de difusión que tiene el Rey. Yo no puedo cambiar el Mundo. Eso es porque piensas que lo pequeño no está relacionado con lo grande. Te pongo un ejemplo: Si te preguntan si te gusta que existan las guerras, dirás que no y que no entiendes como existen, sin embargo, a veces llevas la guerra contigo cuando creas un ambiente insostenible en tu empresa, en tu familia, entre tus amigos, porque vives en conflicto con tus semejantes ¿Qué pasaría si te dieran poder? Los que hacen las guerras solo son personas que tienen más poder que tu, el cómo lo usen depende de cada uno. Como enfoques tu vida depende de ti pero influye en tu entorno, nosotros influimos en un entorno más reducido que un Rey pero es “nuestro Mundo”. La suma de nuestros Mundos hacen el Mundo al igual que los pequeños gestos de amor hacen el Amor.

Desde hoy y hasta dentro de 15 años sé un líder, da ejemplo y esfuérzate, en el trabajo porque es importante para levantar a España y que podamos crear más puestos de trabajo, con tu familia porque es lo más importante, con tus amigos porque eres su apoyo y ellos el tuyo, con la gente que te rodea porque te necesitan y son como tú, con los jóvenes porque son el futuro y te gustará que te digan como hemos dicho nosotros a nuestros padres “gracias por un mundo imperfecto pero mejor”.

Durante el discurso hemos visto las miradas entre madre e hijo, generación con generación, orgullo y confianza correspondido con agradecimiento y responsabilidad.  “Sé que harás un buen trabajo hijo, estoy orgullosa de ti”, “Mama, lo voy a hacer bien, tengo ganas y estoy preparado. Tranquila ahora me toca a mí” Mama ya soy mayor.


Diego Lias

martes, 17 de junio de 2014

7 SEGUNDOS PARA JUZGAR, TODA LA VIDA PARA CONOCER

Dicen que nuestro cerebro animal tarda 7 segundos en juzgar a alguien como mecanismo inmediato de defensa. Se nos entrena para causar “una buena impresión” y en parte es cierto. Nuestro éxito social y profesional se juzga rápidamente. ¿No deja de ser esto un instinto animal? ¿Qué nos hace humanos?

Hace un año se incorporó al departamento de Finanzas y Facturación una persona que lleva más de 20 años trabajando en otro departamento. Es una administrativa sobre la cual no teníamos buenas referencias, especialmente en el trato personal. Incluso sabíamos que venía con una mala opinión sobre nosotros. Cuando se iba a incorporar, tuvimos una charla en el departamento sobre esta y otras incorporaciones. El rechazo hacia a esta incorporación fue total. Solicité del equipo que se diera una oportunidad a esta persona. He de confesar que yo mismo compartía esos miedos.

Recientemente, se han hecho las evaluaciones de personal. Lo primero que le comenté es que me había sorprendido gratamente durante este año, su trabajo había sido excelente, habiendo colaborado incluso con ideas en nuevos procesos administrativos. Había encajado perfectamente en el departamento y el ambiente era más que cordial. Le confesé incluso mis miedos iniciales y como con su esfuerzo se había ganado su sito. Ella respondió inmediatamente que también sabía que teníamos reservas y confesó haber tenido serias dudas sobre nosotros al principio, pero que todos nosotros también habíamos demostrado ser diferentes a sus ideas preconcebidas. Estaba encantada de trabajar en el departamento y nosotros con ella.

Días después, se acercó a decirme que aún había gente buena en el mundo. Trabajamos en un concesionario de BMW y una persona había llamado a advertir que estaba al lado de una moto BMW cuyo propietario se había dejado las llaves puestas. Nos llamaba porque era clienta nuestra y el propietario debía de serlo también ya que llevaba un portamatrículas nuestro.  Pidió que localizáramos al propietario mientras se quedaba al lado de la moto. Nuestra administrativa localizó inmediatamente al cliente, le dijo lo que pasaba y llamó de vuelta a la clienta que había llamado, diciendo que el propietario estaba en camino. La clienta respondió que venía un hombre corriendo hacia ella de tal manera que sólo podía ser el propietario.

Yo pensé “qué razón tiene sobre la gente buena en el mundo”, pero además pensé “qué buena respuesta hemos dado ante dos clientes gracias a esta administrativa” la imagen de la compañía había quedado en todo lo alto. Ella podía no haber reaccionado como lo hizo y haber sido una "pasota" más de los que nos encontramos a menudo, limitándose a hacer “solo“ su trabajo.  Si no nos hubiéramos dado una oportunidad, todos nosotros, no tendríamos a esta persona con esta actitud. Me siento orgulloso de todo el equipo.

¿Qué nos hace humanos? La gente a nuestro alrededor no deja de enseñarnos. Yo he aprendido que sí juzgamos en 7 segundos, pero que además debemos desarrollar las cualidades que nos hacen humanos, conocernos y aprender a valorarnos poniendo todos un poco de nuestra parte, y por qué no, cambiar de opinión cuando la evidencia derrumba las primeras impresiones. El esfuerzo ha merecido la pena. Seamos más humanos.

Diego Lias